Esta estrategia pretende rescatar el placer por la voz, el gusto por las narraciones orales y sus sonidos; saber escuchar es importante en tiempos de abundancia de recursos comunicativos, pero de muy poca comunicación efectiva, aquélla que lleva a una mejor comprensión del mundo.

Al reconocer emociones diversas en una voz y en el complejo discurso de otro ser humano, el auditor se vuelve analizante, casi en un sentido psicoanalítico; emprende pues un trabajo de interpretación: los documentos orales también se leen.

Una vez identificadas e interpretadas las emociones, se asume que el auditor comprende al Otro y sólo entonces tendrá derecho de adoptar una postura frente al emisor, que puede ser compasión, solidaridad, distancia, temor o rechazo. Y quizá sólo después de este reconocimiento, podrá reproducir su discurso.

Edgar Allan Poe, maestro del suspenso gracias al sencillo recurso de explorar la psique, entiende que las pasiones (rencor, odio y deseo de venganza) pueden llevar a la locura, y si se combinan con las debilidades del prójimo, la muerte parece casi inevitable. En el cuento "El tonel de amontillado" no sólo se está ante un resentido ávido de venganza y castigo, sino también ante un soberbio alcohólico que muere por la boca, como el pez.

A continuación, se presenta al docente una estrategia por aplicar en el curso de Español, Lengua y Literatura o Taller de Lectura y Redacción, según la denominación que se maneje en su institución. Esta serie de actividades pretende no sólo sistematizar la secuencia narrativa básica (situación final, conflicto, situación final), sino –y antes que nada– recobrar el placer por los relatos de suspenso, comprobando con ello que la técnica de Poe es más sencilla de lo que parece; el joven y novato lector accede entonces al texto literario gracias a la representación de sus personajes y la adopción de sus discursos.